Escritores... "Halloween". Cosas de Benamira.

separator

Hoy viernes una entrada «extra» con un Escritores «Especial Halloween«, donde traemos una pequeña historia de miedo de la serie «Cosas de Benamira». Que la disfrutéis y buen Halloween a todos…

Cosas de Benamira 18

Era por la calor.
Las ovejas se asestaban al poco de salir el sol y ya no pacían.
La alternativa era el pastoreo nocturno.
El pastor volvía del revés el orden de las cosas y cerraba por la mañana, dormía por el día, soltaba al ocaso y apacentaba toda la noche.

La noche imponía. Sus silencios y susurros, sus sombras y reflejos, la oscuridad y su misterio hacían de ella una mala amiga.

Y más en las horas profundas en las que las cabrillas y los astilejos se alzaban claros y rutilantes. Cuando el rocío enfría los huesos, el sueño aprieta, el rebaño se tiende cansado de vagar y en el aire destaca el canto del ruiseñor entre los innumerables sonidos insondables del mundo en tinieblas.

En estas horas que preceden al alba tuvo lugar la aparición. Debajo de las parideras del Campo en dirección a la Nava de Anguita, en la penumbra, se alza del suelo, a mi parecer, un gigante que me puso el miedo en el cuerpo. Un hombrón armado, sin camisa, el torso desnudo, sin ropa de abrigo y con sombrero de paja no me cuadraba en aquel lugar, en aquel momento y de tal guisa.

Cuando la incertidumbre se disipa todo resulta congruente. Se trataba de Valerio Merodio que, cuando venía al pueblo de visita a casa de su hermano, salía a cazar al caer la tarde y pasaba la noche donde le cogía.

Es que…
En tiempos fui emperador,
fui déspota y no hubo quejas.
Mis súbditos, las ovejas.

 

Autor: Raúl García Huerta (publicado originalmente en Noviembre de 2003)