La España vacía

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¿Y cuando piensan que igual su pueblo desaparece? Con esa pregunta invitaba ayer Jordi Évole a los espectadores de Salvados a ver el programa donde se afronta la realidad de la España rural, la “España vacía”. Fue en diciembre cuando Jordi Évole visitó varios pueblos de la provincia de Soria para preparar este reportaje. A buen seguro que muchos sorianos estuvieron pendientes de sus televisores el pasado domingo a las 21:30 con la esperanza de que el reportaje pueda abrir los ojos y sensibilizar a las autoridades nacionales sobre un problema que amenaza con “cerrar” una buena parte de la España interior. A continuación os dejo un enlace donde podéis ver el programa completo:

 

[VER PROGRAMA COMPLETO]

 

Aprovechando esta ventana que nos abrió Jordi Évole traemos un par de textos que nos ofrecía Raúl en la serie «Cosas de Benamira», y que nos transportan a una época bien distinta, donde los pueblos estaban en plena efervescencia, y prácticamente nadie vislumbraba la situación por la que pasarían medio siglo después.

«Cosas de Benamira IV» (publicado originalmente en Mayo de 2003)

…recios hombres.
Castas bravas de las tierras duras.
Agarrados a la vida sobriamente llevan su dignidad con donosura;
pues en el duro vivir y en el cruel oficio
muéstranse regios hasta en el vicio.

Donde hay tejas se fornica y si hay personas hay vicio.

Dos cantinas para menos de 200 habitantes tenían al pueblo bien servido. En ocasiones perdíamos los papeles a pie de mostrador y con ellos, la cabeza. De esto, algo sabemos todos, aunque unas fueron más sonadas que otras.

Una tarde se presentó en el pueblo el Matamala de Anguita con su flamante camión a hacer un porte. Una vez cumplida la misión procedía ir a echar un trago a la taberna invitado por los que recibieron el servicio. El trago se alargó hasta hacerse la tarde noche y la lucidez desvarío. Cuando el camión salió del pueblo de vuelta a Anguita, tomó mal la primera curva que encontró, la de la cuesta, y fue a volcar al cerrado del tio Eustaquio.

Al conductor no le pasó nada, pero el camión nuevecito quedó destrozado.

«Cosas de Benamira VI» (publicado originalmente en Junio de 2003)

Benamira, en medio de su trajinar diario, era dado a festejos y celebraciones; tanto a las del calendario como a los actos improvisados fruto del momento y de la imaginación.

Me vienen a la memoria las cortas veladas del pueblo animadas por los peones en los días de la siega. La fatiga era mucha y las noches cortas, pero la gente tomaba el fresco en los poyos y poblaban las calles antes de retirarse a descansar.

Como los segadores eran del sur, los rasgos de su folclore eran el sonido de la ocarina, el rasgueo de la guitarra, las palmas a contratiempo y el baile y el cante flamencos, “inusados» en estas tierras.

Y se me grabó la puesta en escena de dos segadores haciendo uno de hombre desengañado y el otro de mujer infiel que, bailando un flamenco no sin arte ambos, imprecaba malhumorado el primero comiéndole el terreno al segundo, «la bailaora», que, a su vez, con sus gestos, hacíase la sufrida e inocente. Todo ello rememorando aquella inolvidable canción de Manolo Caracol que dice:

Quien te puso «Salvaora»
que poco te conocía;
el que de ti se enamora
se pierde «pa toa la vía».

Si bien el hecho que se relata no es originario de Benamira, el pueblo era el caldo de cultivo.